Desactivando la trampa del aislamiento.

Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el éxito. Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí que está en problemas. Eclesiastés 4:9-10

Estas semanas hemos estado haciendo un recorrido por un sendero lleno de trampas y es de suma importancia hacerlo aunque por momentos sea incómodo ya que, todas anhelamos llegar a destino y si queremos hacerlo debemos identificar y desactivar las trampas que encontraremos en el camino.

Esta vez vamos a hablar de la trampa del aislamiento.

Hace poco tiempo durante una prédica en mi iglesia develamos una de las mentiras que hemos creído a lo largo de nuestras vidas. Es una creencia popular que repetimos como una verdad pero, en realidad, es una mentira que nos esclaviza.

Creo que todas la hemos escuchado e incluso la hemos pronunciado reiteradas veces y la frase dice así: “MEJOR SOLO QUE MAL ACOMPAÑADO” la verdad es que no entiendo por qué nos hace tanto sentido decir esa frase, pronunciarla y creerla cuando es absolutamente antibíblica.

Es como si le hubiéramos dado autoridad a esa palabra y nos movemos de acuerdo a eso que decimos. Cuando la palabra de Dios nos enseña lo opuesto, el versículo de hoy dice “MEJORES SON DOS QUE UNO”. Fin.

No hay más que agregar.

Como ya sabemos, el enemigo de nuestras almas utiliza la misma estrategia desde el principio, cuando Adán y Eva desobedecieron se escondieron, se escaparon de la presencia de Dios. Cuando Moisés mató al Egipcio se escapó y anduvo solo por el desierto, cuando Elías derrotó a los profetas de Baal también se aisló. Aislarnos es una tendencia humana recurrente.

El aislamiento se produce en tres sentidos: Nos aislamos de Dios; nos aislamos de las personas; nos aislamos de ambos.

Es que si lo pensamos esa estrategia es la que da mejores resultados a los depredadores, es simple. Salen a cazar e identifican al que se queda solo, al que queda atrás porque está desprotegido y vulnerable, es una presa fácil. Y en ello nos convertimos cuando nos aislamos.

En una presa fácil para el enemigo. Para desactivar esta trampa debes desarrollar una estrategia, un plan de acción:

1- Siempre corre al Señor, sea lo que sea por lo que estés pasando CORRÉ AL SEÑOR. ¿Es un pecado; es la pérdida de un ser querido; es a falta de trabajo; es una crisis financiera; es un mala decisión; es un problema familiar; es un problema legal; es el rompimiento de relaciones interpersonales; es un asunto ministerial delicado; es enfermedad; es un desafío en tu maternidad; es un divorcio; es una conversación difícil; es agotamiento; es ansiedad; es depresión; son problemas emocionales; problemas con tu alimentación; algún temor; es algo que parece ser inconfesable? La lista podría ser interminable, tené en claro que el Señor ya sabe lo que pasás y solo está esperando a que pidas su ayuda. El está cerca. No lo dudes.

David dijo en el salmo 32:1-5 "Mientras guardé silencio,mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano,porque día y noche tu mano pesaba sobre mí. Pero te confesé mi pecado y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor». Y tú perdonaste la culpa de mi pecado."

2- Habla del asunto con alguien de confianza, mientras tengas toda la carga de tu actual situación sólo en tu mente el gobierno lo tiene la oscuridad y la opresión del enemigo. Busca a una persona madura espiritualmente, amada, y de confianza para que puedas hablar.

"Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas y así cumplirán la ley de Cristo." Gálatas 6:2.

Te animo a que desactives la trampa del aislamiento.

Cuando la luz de Jesús ilumina tu situación nadie, ni nada más que Él gobierna.

Él cumple su propósito cuando  nuestro corazón está pegado al suyo.

Oro para que el amor de Jesús, su aceptación y su infinita gracia inunden tu ser para que tengas la convicción de que sos amada.

Hoy tené la certeza de que no estás sola.